Fernando Valenzuela, legendario lanzador de los Dodgers de Los Ángeles, falleció a los 63 años, según un comunicado del equipo. Su muerte marca el final de una era para el béisbol, ya que Valenzuela no solo fue un jugador excepcional, sino un símbolo de esperanza y orgullo para muchos, especialmente en la comunidad latina.
Su carrera se destacó por la «Fernandomanía», un fenómeno que capturó la atención de los aficionados durante los años 80. En 1981, Valenzuela tuvo una temporada inolvidable, ganando el Novato del Año y el Premio Cy Young, convirtiéndose en uno de los pocos jugadores en lograr ambos galardones en la misma temporada. Además, ayudó a los Dodgers a ganar la Serie Mundial, destacándose como uno de los mejores novatos en la historia del béisbol.
Valenzuela creció en un entorno humilde en México, siendo el menor de 12 hermanos. Su talento fue descubierto por Mike Brito, un cazatalentos de los Dodgers, quien lo llevó a las Grandes Ligas. Su peculiar estilo de lanzamiento, que incluía mirar al cielo, se convirtió en su sello distintivo y lo hizo destacar rápidamente en las ligas menores.
Su debut en las Grandes Ligas en 1980 fue solo el comienzo de una carrera espectacular. Durante 1981, su habilidad para lanzar blanqueadas y su impresionante efectividad de 0.50 en 72 entradas capturaron la atención de todos, convirtiendo cada uno de sus juegos en un evento imperdible en el Dodger Stadium. A lo largo de su carrera, se consolidó como un as del montículo, siendo clave para el éxito de su equipo durante varios años.
Aunque su carrera comenzó a declinar después de 1986, Valenzuela siempre fue recordado por sus logros. Su última temporada con los Dodgers fue en 1990, y aunque esa campaña fue difícil, aún logró lanzar un juego sin hits contra los Cardenales de San Luis, dejando una huella imborrable en la historia del béisbol.
Más allá del béisbol, Valenzuela desempeñó un papel importante como comentarista, acercando el juego a los aficionados de habla hispana. También estuvo al frente de la sociedad accionaria del Club Tigres de Quintana Roo, un equipo de la Liga Mexicana de Béisbol, adquirido por su familia en 2017. Su dedicación al deporte y su comunidad perdurará, inspirando a futuras generaciones de peloteros y aficionados.
La reciente noticia sobre su estado de salud había preocupado a sus seguidores, y la familia pidió respeto y oraciones durante su hospitalización. Con su partida, el mundo del béisbol pierde no solo a un gran jugador, sino a un verdadero ícono que dejó una marca indeleble en el corazón de muchos.