Julio Urías, exlanzador de los Dodgers, fue grabado en un vídeo recientemente divulgado, en el que se le ve golpeando a su esposa, lo que pone en grave riesgo su futuro en la MLB. Aunque el ángulo del vídeo no permite confirmar si el golpe la alcanzó, es innegable que lanzó el puñetazo.
Este incidente, ocurrido el 3 de septiembre del año pasado fuera del estadio BMO del LAFC, está siendo investigado por la oficina del comisionado, que ha colocado a Urías en suspensión administrativa.
A pesar de que aún es agente libre y no ha lanzado esta temporada, su carrera se ve amenazada debido a la controversia que rodea el altercado. Urías se declaró inocente de un cargo menor de agresión doméstica y, como parte de su acuerdo con la fiscalía, debe completar un programa de tratamiento para la violencia doméstica. La MLB aún no ha decidido si será el primer jugador suspendido dos veces bajo su política de violencia doméstica, pero el tiempo perdido esta temporada podría influir en su sanción.
La situación ha generado un intenso debate sobre la distinción entre sus acciones y las implicaciones de estas para su futuro en el deporte. Los 30 equipos de la liga deben evaluar el impacto del vídeo en la opinión pública, que es casi tan relevante como cualquier decisión legal.
Urías, que se esperaba que firmara un contrato multimillonario tras su última temporada con los Dodgers, ahora enfrenta la posibilidad de no regresar al equipo ni a las Grandes Ligas. La decepción por su rendimiento en el campo ha quedado eclipsada por la traición que sienten los aficionados tras el altercado.
La imagen de él celebrando su papel en la victoria de la Serie Mundial de 2020 se ha transformado en un recuerdo doloroso, y su futuro en el béisbol depende de la respuesta de la liga y la percepción pública en los próximos meses.